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Las relaciones me generan malestar, ¿cómo puedo combatirlo?

A pesar de convivir con cientos de personas a lo largo de la vida, nuestras relaciones son complejas y están atravesadas por el conflicto de forma continuada. Como ya afirmaba Aristóteles, somos animales sociales, y necesitamos de los demás para sobrevivir y desarrollarnos. Sin embargo, en las distancias cortas, disfrutar de la compañía de los demás y generar relaciones sanas requiere de diversas habilidades que hemos de ir adquiriendo a través de la experiencia y el trabajo personal. Es por ello muy común que uno de los motivos de consulta más frecuentes sea el malestar en las relaciones con los demás.

El afecto es el sustrato sobre el que construimos todo lo demás. Es un error pensar que no necesitamos cariño, apoyo y cuidados de otras personas para sentirnos realizadas/os y poder disfrutar de nuestro día a día. Y el hecho de que la sociedad haya creado el espejismo de que somos independientes los unos de los otros nos ha hecho y nos hace mucho daño.

En muchas ocasiones, sentimos emociones muy intensas en las relaciones de pareja como los celos, salimos “corriendo” cuando pensamos que alguien nos puede hacer daño o generamos una gran dependencia a la mirada ajena. Puede que nos cueste cuidar las relaciones o que a pesar del esfuerzo, terminen en conflictos que no sabemos gestionar. Incluso puede ser que repitamos ciertos patrones de comportamiento con diferentes personas sin darnos cuenta ni saber cómo ponerle remedio, o no sepamos escuchar lo que necesitamos cuando estamos frente a otras personas. Existen tantas dificultades y barreras en las relaciones como personas; pero las herramientas y habilidades que podemos aprender para afrontarlas son infinitas. Y conocer nuestro bagaje relacional siempre ayudará a leernos mejor.

Desde que nacemos, desarrollamos esquemas cognitivo-emocionales acerca de la disponibilidad, sensibilidad y las dinámicas en el comportamiento de los otros; lo que se asocia a una tendencia de evitación o acercamiento a las relaciones de intimidad. Y de la propia capacidad de merecer cuidados y afecto; lo que se relaciona con una mayor o menor experiencia de ansiedad ante el abandono o rechazo de las personas significativas para nosotras/os (muy especialmente nuestras parejas y familiares, aunque también amigas y amigos cercanos). Los autores John Bowlby y Mary Ainsworth construyeron lo que hoy se conoce como Teoría del Apego, un marco teórico que nos brinda algunas claves acerca de cómo aprendemos a relacionarnos. Una teoría que sostiene que nuestra experiencia relacional está estrechamente vinculada a las vivencias que hemos atravesado en la primera infancia. Y con las que viajaremos a lo largo de toda nuestra vida de una forma u otra.

¿Esto significa que si he tenido una infancia “difícil” nunca disfrutaré de mis relaciones, por ejemplo, de pareja? Por supuesto que no, aunque sí tendremos que desaprender ciertas creencias y gestionar ciertas emociones en función del estilo de apego que hayamos adquirido. Además, el estilo de apego (seguro, ansioso, evitativo o desorganizado) no es algo estanco, sino que va mutando a través de nuestras experiencias en las relaciones con los demás. Por lo que si tengo malestar, ansiedad o incapacidad de relacionarme con los demás siempre existirá la oportunidad de reparar mi forma de relacionarme gracias a la experiencia de vínculos sanos en la etapa adulta, y de un acompañamiento terapéutico específico.

Es posible construir relaciones sanas y de calidad, y aunque muchas veces no lo creas, te lo mereces. 



Julia Rodríguez Alonso
Psicóloga social y sanitaria. Colegiada M-35472 en el Colegio Oficial de la Psicología de Madrid.

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