Las dudas llegan para acompañarte a lo largo de todo el proceso de crecimiento que transitas como persona por el mero hecho de vivir. Algunos filósofos como Descartes se valieron de este constructo definiéndolo como una llave para generar conocimiento, como herramienta para llegar a algunas certezas. La duda es el preludio del cambio y donde se plantean nuevos horizontes a explorar.
He asistido a muchos debates acerca de qué es estar bien, cuándo pedir ayuda u ofrecérsela a una persona de nuestro entorno, e incluso acerca de la utilidad que puede tener un proceso de terapia. Desde el inicio de la pandemia de la COVID-19, hemos empezado a presenciar conversaciones de este tipo cuando antes eran casi exclusivas a personas de determinados círculos sociales (afines a disciplinas de la salud, de cierto nivel socioeducativo y orientación política, de determinadas generaciones, etc.). Y se ha empezado a visibilizar la importancia de normalizar las problemáticas en materia de salud mental para así poder dar cobijo a aquellas personas que están atravesando un momento difícil en sus vidas. Se empieza a asentar la idea de que ir a terapia no es “de locos” o que tener depresión no es tu culpa, aunque siguen sin reemplazarse del todo estas creencias por argumentos nuevos.
La terapia no va a transformarte de manera radical, no va a hacer desaparecer tus patrones de comportamiento ni preocupaciones de forma mágica y no es un proceso pasivo donde únicamente por asistir vayas a encontrarte mejor.
El primer ejercicio que podría ser interesante hacer es preguntarse si habitualmente me siento en calma o sin sensación de vivir en modo “supervivencia”, si experimento más emociones agradables que desagradables, si estoy a gusto con las personas de mi entorno o conmigo misma/o, si me cuesta estar en una relación de pareja o en un determinado equipo de trabajo, si consigo hacer las cosas que me propongo o llevar la vida que me gustaría.
Como punto de partida, es importante comprender que el origen de nuestros malestares no sólo depende de nosotras/os mismas/os. Si he nacido en una familia pobre o con problemas económicos, pertenezco a algún colectivo oprimido (estoy racializada/o, soy mujer, pertenezco al colectivo LGTBIQ+, tengo alguna discapacidad, etc.), no he tenido el privilegio de recibir una educación, tengo problemas crónicos de salud o he experimentado sucesos traumáticos (accidentes, violencia, abusos, migraciones forzosas, etc.) es posible que tenga malestares a pesar de “esforzarme” por llevar una vida “normal”. Y muy probablemente conviva con cierto malestar toda la vida por el hecho de estar inmersa/o en la sociedad en la que vivimos, que ha construido barreras hacia las personas no normativas. Sin embargo, existen herramientas que te pueden ayudar a transitar tu realidad y circunstancias de una forma más llevadera, más “disfrutona” y más ligera.
El proceso de terapia va a ayudarte a comprender los orígenes de lo que te pasa para que comprendas los síntomas o conductas problemáticas que puedas estar experimentando (ansiedad, falta de motivación, beber o fumar en exceso, exponerse a situaciones que ponen en riesgo la propia salud, etc.), y así tengas la posibilidad de cambiar la forma de afrontar el problema. Dándote la oportunidad de conocerte mejor a ti misma/o y aprender nuevas formas de relacionarte con los conflictos que se vayan presentando en tu vida cotidiana. ¿El objetivo? Que te encuentres más en calma en tu día a día, vivas más plenamente y aproveches como tú quieras el tiempo que te ha tocado estar aquí teniendo en cuenta la sociedad y circunstancias que has heredado.
Desde esta mirada, el proceso de terapia es un camino (tan largo o complejo como lo sean tus objetivos o metas) en el que se plantean ciertas preguntas y ofrecen determinadas reflexiones, para que tomes decisiones que te ayuden a convivir con tu realidad de una forma más amable. En este sentido, durante las sesiones construimos a tu lado un espacio seguro en el que puedas cuidarte y generar los cambios que necesitas. Y donde podemos acompañarte para que consigas coexistir con la complejidad que habitas sacándole el máximo partido a las posibilidades de disfrute que tienes a tu alcance.
Confía en tus dudas y que el malestar que sientes ahora sea un motor para la transformación.