En esta época del año, pensar en las vacaciones se convierte en algo inevitable, lo que hace que estemos llenas/os de ilusión, ganas y motivación a la hora de planear nuestras vacaciones. Sin embargo, es común sentir frustración y decepción en base a las elevadas expectativas con las que fantaseamos, lo que fácilmente nos puede llevar a la conocida ansiedad vacacional.
Acostumbradas/os a un ritmo frenético durante el año, algunas personas pueden tener dificultades para adaptarse a la inactividad de las vacaciones. Esta transición puede generar una sensación de vacío o ansiedad, que surge cuando nos cuesta transitar en el «no hacer nada productivo».
El descanso vacacional no siempre garantiza diversión y placer. Para algunas personas, el tiempo libre puede traer ansiedad debido a la falta de rutina, que usualmente actúa como sostén emocional. Las vacaciones pueden desestabilizar a aquellos más vulnerables emocionalmente, generando estrés al enfrentarse a una libertad que no saben manejar.
Qué es la ansiedad vacacional y recomendaciones
La ansiedad puede surgir al reducir bruscamente el ritmo de vida, por lo que es recomendable desacelerar gradualmente, evitando pasar de una actividad intensa a la total inactividad de un día para otro.
Una de las principales recomendaciones es no idealizar el periodo vacacional, ajustando las expectativas y centrándose en el disfrute del momento presente, sin presión por cumplir con planes ambiciosos. No planificar cada minuto, dar permiso a la improvisación y ser flexible ante imprevistos puede ayudar a evitar la frustración. No es necesario tener unas vacaciones perfectas de catálogo que nos lleven a llenarnos de actividades, haciendo que nuestro merecido descanso vacacional se acabe pareciendo más a una gymkana que a un momento para reconectar contigo y lo que te rodea.
Dejar atrás las preocupaciones laborales y desconectar del trabajo es crucial, así como evitar comparaciones y no vivir las vacaciones a través de las expectativas o redes sociales de otros.
Las vacaciones también pueden ser estresantes debido a la presión por experimentar experiencias y viajes perfectos, impulsado por contenido compartido en redes sociales. La necesidad de demostrar constantemente que se está disfrutando, desde el actual “temor a perderse algo”(FOMO) y búsqueda de validación externa incrementa la ansiedad. Este tipo de turismo intensivo se alimenta de la necesidad de compartir cada experiencia en redes sociales, aumentando el estrés. Para evitar este ciclo, se recomienda desconectar de las redes sociales, reducir el uso del móvil y evitar la comparación constante.
Por el contrario, planificar solo lo esencial y dejar espacio para la improvisación puede ayudar a disfrutar más plenamente de las vacaciones. Aprender a vivir el momento presente y no obsesionarse con controlar cada aspecto del viaje puede reducir significativamente el estrés y la ansiedad.
En conclusión, para disfrutar de unas vacaciones placenteras es fundamental ajustar nuestras expectativas, desconectar de las obligaciones, evitar la sobreexigencia y aprender a disfrutar del momento presente. Priorizar el bienestar personal y la conexión con uno mismo y la naturaleza puede transformar las vacaciones en una verdadera fuente de descanso y autocuidado