La manera en que nos relacionamos con los demás y gestionamos nuestras emociones está profundamente influenciada por el tipo de apego que desarrollamos durante la infancia, una etapa crucial en el desarrollo psicológico y social de las personas. Este vínculo emocional temprano, creado con nuestros cuidadores principales, moldea nuestra percepción del mundo, nuestras interacciones sociales y nuestras elecciones en las relaciones íntimas.
En este artículo, exploramos el concepto de apego y sus diferentes estilos según la teoría de John Bowlby (1907-1991) y Mary Ainsworth (1913-1999).
Bowlby (2009) postula la existencia de una tendencia universal en las personas a formar vínculos afectivos que sean accesibles, seguros y que faciliten protección especialmente en momentos de estrés. Considerando las conductas de apego como todas aquellas destinadas a conservar la proximidad del cuidador principal.
Durante la experiencia en estos primeros vínculos, se conforman una serie de creencias acerca de uno mismo y los demás; los modelos operantes internos, esquemas cognitivo-emocionales que se consideran la base de las diferencias entre los estilos de apego (Bowlby, 2009). Según Bartholomew y Horowitz (1991) estos modelos están compuestos de expectativas acerca de la disponibilidad, sensibilidad y las dinámicas en el comportamiento de los otros; lo que se asocia a una tendencia de evitación o acercamiento a las relaciones de intimidad. Y de la propia capacidad de merecer cuidados y afecto; lo que se relaciona con una mayor o menor experiencia de ansiedad ante el abandono o rechazo de la figura de apego.
La psicóloga Mary Ainsworth contribuyó de forma notable a la construcción de la teoría del apego gracias al diseño de la “técnica de la situación extraña”, un procedimiento de investigación en el que se observaron: las interacciones madre-hijo/a, separaciones breves de la madre, encuentro con una persona extraña y reencuentro con la figura de apego principal (madre, en este caso). A partir de dicho análisis, se determinaron tres estilos de apego: seguro, ansioso evitativo y ansioso ambivalente (de ahora en adelante se mencionarán como seguro, evitativo y ansioso). Cabe destacar que dicha categorización se realiza a partir de las estrategias de regulación y expresión emocional observadas en los menores; es decir, la calidad del apego depende de cómo de satisfactoriamente se dé la regulación emocional entre la madre y el hijo/a.
Analizaremos brevemente los tres estilos de apego con el fin de acercarte a estos conceptos y que puedas empezar a mirarte “hacia dentro”. Bienvenida/o a La Higuera Psicología.
Tipos de Apego
- Apego Seguro
Los individuos se sienten cómodos con la intimidad y la independencia. Confían en sus relaciones y manejan bien el estrés. Tienen confianza en sus relaciones y en la capacidad de sus parejas para ser comprensivas y solidarias. Se suele caracterizar por una apertura a la experiencia emocional que permite la expresión y gestión adecuada a las demandas del entorno, la puesta en marcha de estrategias de manejo emocional adaptativas y la búsqueda de apoyo en situaciones de crisis. Se desarrolla cuando los cuidadores son consistentemente receptivos a las necesidades del niño/a y muestran afecto y cariño.
- Apego Ansioso
En el apego ansioso la persona experimenta de forma persistente el miedo a la separación y/o al rechazo de la figura de apego, y sobreestima las situaciones que pueden poner en peligro el vínculo. Pueden mostrar dependencia y ansiedad en sus relaciones. Estas personas tienden a preocuparse excesivamente por el abandono y pueden interpretar señales neutrales o ambiguas como indicadores de rechazo. A su vez, tiende a evaluar las circunstancias de forma catastrófica y no suele pedir apoyo en escenarios desbordantes; ya que duda de la disponibilidad del otro o instrumentaliza la ayuda como estrategia para acercar a la figura de apego. Resulta de cuidadores inconsistentes en su atención y cuidado.
- Apego Evitativo
Las personas con apego evitativo tienden a mostrarse como distantes, reprimen (consciente o inconscientemente) sus procesos emocionales, recuerdos y las vivencias que les causen malestar. Pueden parecer distantes o desapegados en sus relaciones, prefiriendo mantener una cierta distancia emocional. Estos individuos a menudo tienen dificultades para expresar sus emociones y pueden parecer insensibles o indiferentes. Surge cuando los cuidadores son emocionalmente no disponibles.
- Apego Desorganizado
Los autores Main y Solomon (1986) añaden una cuarta categoría: el apego desorganizado. Éste se caracteriza por la expresión de altos niveles de evitación y ansiedad, por lo que se podría considerar una mezcla de los estilos ansioso y evitativo. Las personas con este patrón vincular suelen tener tendencia a la impulsividad, conductas explosivas y dificultades relacionales graves; evitando en muchas ocasiones las relaciones de intimidad al sentirse desbordados emocionalmente durante las interacciones. Por estos motivos, pueden mostrar comportamientos erráticos y contradictorios en sus relaciones. Pueden tener dificultades para confiar en los demás y gestionar sus emociones, a menudo experimentando un conflicto interno entre el deseo de proximidad y el miedo al rechazo. Estos individuos pueden exhibir patrones de comportamiento caóticos, impredecibles y a veces auto-sabotaje en sus relaciones. Su origen está asociado con experiencias de trauma, violencia o negligencia por parte de los cuidadores.
Estos estilos de apego influyen significativamente en nuestra vida adulta, afectando la manera en que nos relacionamos y formamos vínculos con los demás. Comprender nuestro propio estilo de apego es un camino de largo recorrido y un proceso largo lleno de muchos matices. Sin embargo, puede constituir un paso crucial hacia el desarrollo de relaciones más saludables y satisfactorias. En La Higuera Psicología queremos acompañarte a trabajar en tu autoestima y tu bienestar emocional y así, llevarte a tener prácticas más sanas en tus relaciones.