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¿Cómo puedo identificar una relación violenta?

Muchas personas dan por sentado que sabrían reconocer si están recibiendo violencia de sus parejas. Como si contactar con lo que sentimos, poner límites o detectar la violencia psicológica fuera tan sencillo.

En el imaginario colectivo, cuando hablamos de relaciones violentas suelen venir a nuestra mente escenas de ‘La naranja mecánica’ de Stanley Kubrick o de ‘Kill Bill’ de Quentin Tarantino. Violencia física, discusiones a ‘grito pelao’ o escenitas de celos en frente de nuestras amigas/os. Y todo ello es muy violento, sin duda, pero no siempre la violencia se expresa de forma tan evidente.

Antes de comenzar con algunas claves que pueden ayudarte a revisar tu relación de pareja, es importante que contextualicemos las violencias más comunes entre las parejas en función de si pertenecéis al mismo género o no (cuestión algo más compleja que esa distinción bipolar ‘mismo género-diferente género’, que abordaremos en un artículo más adelante). En el primer caso, estaríamos refiriéndonos a violencia intragénero, en la que la causa suelen ser las dinámicas de poder y la dominación; mientras que, en el segundo, el origen principal es el patriarcado, un sistema que justifica la dominación de los hombres sobre las mujeres en base a una supuesta inferioridad biológica de las últimas. Aunque parezca una barbaridad esta última afirmación, hay gran evidencia empírica que sostiene que esta creencia sigue inmersa en nuestra sociedad actualmente (mujeres asesinadas a manos de sus parejas -feminicidios-, violaciones, brecha salarial, falta de representatividad de mujeres en posiciones de poder -dirección de empresas, administraciones públicas, política, etc.-, desigualdad en las tareas de cuidados – en su mayoría llevadas a cabos por mujeres de forma gratuita- y un largo etcétera).

Eres susceptible de recibir violencia independientemente de tu origen cultural, situación económica, nivel de estudios o estrato social; es importante puntualizar esto último ya que la sociedad debido a las diversas discriminaciones que perpetúa suele lanzarnos mensajes de que las personas racializadas con problemas económicos y bajo nivel de estudios reciben más violencia en la pareja que el resto, y no es así.

La violencia psicológica tiene consecuencias muy graves en nuestra salud mental y es especialmente peligrosa debido a lo complejo que suele ser identificarla. Sin embargo, algunas claves nos pueden ayudar a detectarla cuanto antes tanto si estoy dentro como fuera de la pareja.

Como punto de partida, si tienes dudas acerca de si tu relación es conflictiva es muy importante que puedas compartir este malestar con al menos 3 personas de tu entorno cercano (proponemos este número para proporcionar variedad de visiones y puntos de vista), especificando las conductas concretas de las que sospechas o las consecuencias que estás percibiendo en ti misma.

¿Cuáles son las formas más habituales de violencia psicológica?

  • Te trata con indiferencia y desprecio en situaciones de conflicto o ante situaciones importantes para ti: “cada vez que discutimos me deja de hablar”, “me encontraba muy revuelta esa semana por un problema en el trabajo y me ignoraba cuando hablaba de ello”, “cuando saco un tema que creo que tenemos que hablar coge el móvil”.
  • No respeta tus límites a pesar de haberlos marcado claramente o rompe los acuerdos que habéis establecido: “le he explicado varias veces que hablar de la maternidad me supera y aun así saca ese tema todos los meses”, “se ofende cuando le digo lo que necesito, ‘dándole la vuelta a la tortilla’ haciéndose la víctima”, “cada vez que le recuerdo una necesidad me dice cosas como ‘ya empiezas…’”, “sigue sin hablar con su jefe para salir antes del trabajo y recoger a la niña las dos veces a la semana que habíamos acordado”.
  • Intenta controlar cómo te comportas o vulnera tu intimidad: “me echa la bronca cada vez que me gasto dinero en ropa”, “me dice cómo tengo que hacer las cosas continuamente”, “me ha mirado el móvil”, “me pregunta cada vez que voy a salir a dónde voy”.
  • Se comunica contigo de forma contradictoria o ambigua: “va cambiando los límites (cosas que necesita) de forma muy frecuente”, “nunca deja claro cómo se siente o lo que piensa”.
  • Se burla de las cosas que son importantes para ti, quita valor a lo que sientes o te humilla, en privado o en público: “el otro día cuando estaba de cañas con mis compañeras de trabajo vino a contar una anécdota muy íntima sin mi consentimiento”, “cada vez que hablo de cómo me siento con mi padre me dice que son chorradas o me habla con sarcasmo”, “pone cara de asco cada vez que le hablo de planes con mis amigas”, “mi ex no hacía estas cosas”.
  • Hay tensión en vuestros encuentros sexuales y deja de ser un lugar de disfrute para ti: “insiste mucho cuando yo no quiero tener sexo –si voy a terminar súper rápido-”, “si no tenemos sexo una semana dice que nuestra relación no funciona”, “él quiere hacerlo sin condón y me lo dice siempre que puede, aunque sepa que yo no quiero”.
  • Te culpa de todos los conflictos que surgen en la relación o te trata ‘como si estuvieras loca’: “cuando hace un comentario sobre algo que sabe que me molesta luego me dice que no lo ha dicho o que ha sido mi interpretación (gaslighting)”, “me dice que la lío siempre yo sin admitir su parte de responsabilidad en lo que ha ocurrido”, “me dice que soy una intensa cuando me pongo triste o reflexiva”.
  • Intenta situarse ‘por encima’ de ti o te infantiliza: “minimiza mis logros”, “me dice que de ese tema no tengo ni idea”, “no me deja hacer ciertas cosas porque dice que lo voy a hacer mal”, “toma decisiones importantes sin tenerme en cuenta”, “se pone a intentar hacer cosas mejor que yo”.
  • Cuando se enfada o algo le ha molestado te intimida: grita, insulta o pega golpes a objetos o amenaza con romper el vínculo. “me amenaza con dejarme de hablar o con dejarme”, “me dice que como se me ocurra volver a hacer eso voy a saber lo que es verle enfadado”.

¿Y qué consecuencias puedo notar u observar?

Como clave fundamental, presta atención a los cambios o malestares que estés sintiendo/observando en alguien de tu entorno y sitúalos a nivel temporal ¿coinciden con momentos importantes (conflictos, cambios de roles dentro de la pareja, inicio de la relación/de la convivencia, etc.) de la relación?

Algunas de las consecuencias más frecuentes son: ansiedad, apatía o sensación de ‘no tener ganas de hacer nada’/letargo generalizado, problemas para dormir, malestares digestivos, cada vez ves menos a tus amigas/os y familiares, irritabilidad, dificultades de concentración o para mantener la atención en lo que sea (“no me entero de las películas/de lo que leo”, “me cuesta trabajar”), dolores de cabeza, catarros muy frecuentes, tensión muscular, etc.

Si sigues teniendo dudas, habla con personal especializado acerca de lo que está ocurriendo: llama al 016, consulta con tu trabajadora social de referencia (en el centro de servicios sociales que te corresponda) o acude a alguna asociación que te genere confianza y sepas que pueden ayudarte (saben lo que es la violencia de género o la violencia intrafamiliar). También puedes hablar con alguien de nuestro equipo sin compromiso, ¡estamos aquí para ayudarte!

Julia Rodríguez Alonso
Psicóloga social y sanitaria. Colegiada M-35472 en el Colegio Oficial de la Psicología de Madrid

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